Los protectores de estómago son medicamentos que se utilizan para tratar o prevenir dolencias relacionadas con el estómago. Son fármacos que disminuyen la cantidad de ácido estomacal que viaja hacia el esófago, con el objetivo de protegerlo de posibles traumatismos.
Tipos de protectores de estómago
Podemos dividir a los protectores de estómago según su acción protectora:
- Aliviar la acidez: antiácidos.
- Reducir el ácido que genera el estómago: protectores gástricos (inhibidores de la bomba de protones y antagonistas H2).
- Tratar la inflamación y el dolor: antiinflamatorios no esteroideos (AINE).
¿Qué es y para qué sirve el protector gástrico?
Un protector gástrico es un fármaco que reduce el nivel de ácido clorhídrico producido por el estómago, protegiéndolo de los ácidos de la digestión, el ácido por reflujo o posibles efectos nocivos de otros medicamentos. La función de estos fármacos no es, pues, tratar la acidez estomacal, sino combatir trastornos como:
- Esofagitis por reflujo gastroesofágico.
- Infección helicobacter pylori.
- Síndrome Zollinger-Ellison.
- Úlcera gástrica o duodenal.
- Gastropatías por el uso de otros medicamentos.
Estos fármacos requieren receta médica para poder adquirirlos en la farmacia y es el médico quien debe decidir los riesgos y beneficios que aporta su consumo en cada persona individualmente.
Tipos de protectores gástricos
Actualmente, existen varias opciones de protectores gástricos en venta en farmacias:
Inhibidores de la bomba de protones
Entre los medicamentos inhibidores de la bomba de protones, encontramos: ilaprazol, omeprazol, pantoprazol, lansoprazol, rabenprazol, esomeprazol, dexlanprazol y vanoprazán. Estos medicamentos deben ser prescritos por un médico, pues interactúan con otros medicamentos y las cantidades que debemos consumir varían según el propósito a cumplir y las características de cada persona.
De todos ellos, tan solo el omeprazol está indicado para mujeres embarazadas o en período de lactancia, y en niños pequeños.
En términos generales, deben consumirse a primera hora de la mañana, antes de ingerir cualquier alimento, y su efecto dura 24 horas.
Respecto a sus posibles efectos secundarios, aunque cada uno añade sus particularidades, usualmente incluyen: diarrea, dolor de cabeza, dolor abdominal, estreñimiento, flatulencias, náuseas, pólipos gástricos benignos, pólipos benignos de las glándulas fúndicas o vómitos.
Antagonistas H2
Aparecieron en el mercado en 1970, pero con la aparición de los inhibidores de la bomba de protones su uso actual es menor. Entre los medicamentos antagonista H2, encontramos: cimetidina, ranitidina, famotidina, nizatidina y roxitidina.
Precisan de una receta médica y deben tomarse con precaución, únicamente bajo las indicaciones de un médico.
Por regla general, están contraindicados en mujeres embarazadas o en período de lactancia, y en niños pequeños. Su interacción con otros medicamentos varía según el tipo de antagonista H2, lo que refuerza la necesidad de utilizarlos únicamente bajo indicaciones médicas.
Aunque cada uno tiene sus particularidades, sus posibles efectos secundarios pueden incluir: diarrea, dolor de cabeza, estreñimiento y nauseas.
Un consumo prolongado e incontrolado de protectores gástricos puede provocar problemas de absorción de vitaminas, calcio o magnesio, anemia, un incremento de fracturas óseas y mayor riesgo de infecciones.
¿Qué es un antiácido y para qué sirve?
Los antiácidos son protectores de estómago que neutralizan el exceso de ácido, disminuyendo o anulando sus efectos. Son indicados para aliviar situaciones esporádicas y temporales de acidez estomacal, ardor estomacal o para contrarrestar indigestiones.
Aunque también forman parte de los protectores de estómago, no fueron formulados para tratar enfermedades gastrointestinales ni para proteger al estómago del menoscabo de determinados fármacos.
Sus efectos aparecen entre 1 y 15 minutos después de ingerirlos y su efecto varía según cada persona, pero suele durar menos de una hora. Se toman, aproximadamente, una hora después de comer o cuando aparece la acidez gástrica; en caso de que los síntomas sucedan durante la noche, evitemos tomarlos junto con alimentos.
Los antiácidos son soluciones temporales, no están pensados para utilizarlos diariamente ni de forma continuada y no aumentan su eficiencia consumiéndolos indiscriminadamente.
Según la Federación Española del Aparato Digestivo (FEAD), cuando padecemos acidez de estómago más de dos días por semana se considera síntoma de la enfermedad del reflujo gastroesofágico (ERGE).
¿Cuándo está contraindicado el uso de antiácidos?
En su gran mayoría, los diferentes antiácidos de venta en farmacias contienen una o más de sus sustancias principales: sales de aluminio, sales de magnesio, carbonato de calcio y bicarbonato de sodio, pudiendo incluir otros ingredientes activos variados. Por lo que, se desaconseja ingerirlos junto a otros medicamentos y hacen necesario consultar con un médico en caso de:
- Alergia a alguno de sus componentes.
- Dietas bajas en sodio.
- Diarrea.
- Embarazo.
- Enfermos de: alzhéimer, hipertensión, apendicitis, colitis, enfermedades del corazón o enfermedades de los riñones.
- Inflamación intestinal.
- Inflamación de piernas y pies.
- Lactancia.
- Menores de 6 años.
- Personas mayores de 60 años.
Los posibles efectos secundarios de los antiácidos son variados, como variados son sus componentes. En términos generales pueden ocasionar: acumulación de aluminio, diarrea, disminución de la absorción de otros medicamentos, estreñimiento, hipercalcemia, más acidez y retención de líquidos.
A pesar de que la mayor parte de los antiácidos se adquieren en la farmacia sin necesidad de receta médica, evitemos consumir antiácidos de manera regular y consultemos siempre con un médico tanto su conveniencia como su periodicidad.